Esos momentos felices y llenos de color de la infancia que poco a poco han ido perdiendo su brillo dadas las sombras que conlleva la vida adulta aún destella en su máximo esplendor para la artista local Blanca Badillo quien nunca ha dejado de inyectar color a su vida ni a su creación artística.

La SanMiguelense cuenta con su taller llamado Bag Colorin cuyo nombre toma prestadas las siglas de su familia:

B de Blanca
A de Andrés 
G de Gerardo

Y es precisamente esta unión lo que le da la inspiración para seguir creando piezas tan hermosas y llenas de vida de las que destacan sus emblemátics corazones de latón pintados a mano.

Pues para la artista que proviene de una familia de artesanos cobra vital importancia el retratar elementos que nos dan identidad como mexicanos y es uno de sus grandes sueños el crear una pintura a gran escala en donde pueda mostrar varios de los elementos más significativos que conlleva el ser mexicano como podrían serlo los danzantes, las mojigangas y los mariachis.

El poder plasmar algo de nuestra cultura en su arte y que luego algún extranjero se lo lleve a otro sitio lejano es algo que causa gran satisfacción a la artista pues es como si se llevaran un pedacito de San Miguel y nuestra calidez a alegrar otras geografías.

Lo que hace que sus piezas sean tan llamativas es su extraordinario uso de color en el que la artista a pesar de sus consejos familiares que le indican que una pieza ya está lista, sigue agregando y agregando capas de color hasta que considera que ha logrado expresar su alma. 

Este grito eufórico de la niña interna de Blanca es contagioso para todo aquel que lo escuche pues es su misión transmitir algo positivo en un mundo que a veces resulta tan obscuro por lo que muchas veces pone mensajes positivos dentro de sus pinturas para ayudar a cualquier persona que los lea y que pueda resonar con ellos y motivarlos a pesar de estar pasando por un mal momento.

“Regresar a tu niñez cuando brincabas, jugabas y veías colores” ese gran retorno es lo que Blanca nos regala.