Crear esculturas es un tipo de arte más escaso en San Miguel y el mundo a comparación de otras formas como la pintura o la fotografía debido a diversos factores que van desde el largo tiempo que toma la elaboración de una escultura pasando por el delicado proceso de transporte de ésta así como considerar cómo se le va a resguardar de la inclemencia del tiempo.
Todos estos factores no son impedimento para que Saúl Verona sea prolífico en su haber escultórico y cree misteriosas piezas de profundo significado como lo es una de sus esculturas que nos muestra dos rostros en donde une mitologías orientales con occidentales.
Este juego de fusión de mitologías es algo que al artista le resulta fascinante al utilizar arte sacro de Culturas Prehispánicas y de religiones como la Antigua Grecia y Egipcia de una manera juguetona y pintoresca dándole un toque cuasi carnavalesco lo que hace de sus piezas muy solicitadas en festividades descabelladas de San Miguel como lo resulta Los Locos.
El crear en nuestra ciudad resulta para Saúl una experiencia estimulante gracias a la colorimetría que se anida aquí y al poder de los espacios abiertos mezclados con la naturaleza que hace que la experiencia de contemplar las piezas cambie por completo a cuando uno se está en interior y ésta particularidad ha hecho que el se asiente aquí como su residencia primordial.
Para él, más allá de la vista, lo que resalta en la escultura es el sentido del tacto, y más allá de ver los elementos de la pieza, el poder sentir cada uno de sus rasgos es importante. No se trata sólo de cómo se mira la pieza sino de cómo se siente y cómo se puede jugar con cada uno de sus elementos.
Además de encontrar inspiración en el proceso creativo, también goza con la docencia al vislumbrar el potencial de cada alumno y ayudarlo a llevar a cabo su particular estilo estético para darlo a conocer al espectador incluso él goza cuando los alumnos creen que sus ideas son ambiciosas e “imposibles” de realizar y es ahí cuando encuentra más creativo traer sus proyectos a la vida provocando admiración.
Uno de sus procesos creativos consiste en bosquejar diversos modelos y luego tomar diferentes partes del cuerpo de cada uno para así crear seres misteriosos y de distintas características como rostros masculinos con suavidad o rostros femeninos con severidad. Su proceso de dibujo lo inicia así antes que la escultura ya que “es mucho más sencillo mover una línea que una escultura”.
De igual manera, se inspira con el libro “Mono Desnudo” de Desmond Morris quien estudió distintos fenotipos y ésto le permite al artista elegir las formas que a su parecer son las más hermosas y expresivas.
El juego de estos elementos les confiere un aspecto que no es común de ver en la escultura y que consiste en su sello más característico que al momento de ver una de sus piezas en San Miguel, sea inconfundible que se trata de una pieza hecha por Saúl Verona.