Día de Muertos y Halloween se aproximan a pasos agigantados por lo que nos dimos a la tarea de compilar las leyendas de San Miguel más terroríficas que existen y que te pondrán los pelos de tumba al ubicar algunos de los lugares históricos donde tuvieron pie.
¡Prepárate para no dormir!

Abrimos esta sección de cuentos de ultratumba con la Cueva de Moctezuma, o como muchos la llaman, la Cueva del Diablo, oculta en los sombríos Picachos. Se dice que un 3 de mayo, día en que «arde el oro», tres compadres, impulsados por la ambición y el misterio, decidieron aventurarse en busca del tesoro que, según los rumores, descansaba en las entrañas de la cueva.
Al cruzar el umbral de la cueva, una oscuridad sofocante los envolvió, y pronto fueron recibidos por un hedor asfixiante a azufre, como si la tierra misma respirara maldad. En el fondo, bajo la tenue luz de sus antorchas, apareció ante ellos una impresionante imagen: una estatua de la Virgen de Guadalupe, esculpida en oro sólido, observándolos con un brillo que parecía vivo.
A medida que avanzaban, el sonido de sus pasos resonaba como susurros, y frente a ellos surgió una visión aún más perturbadora: un río de agua cristalina y, al otro lado, un deslumbrante tesoro. Pero antes de que pudieran siquiera acercarse, un hombre misterioso emergió de las sombras. Su voz grave y sombría resonó en la cueva, advirtiéndoles que solo podrían llevarse el tesoro si cumplían con su manda. Uno de ellos debía cargar un costal lleno de oro y piedras preciosas, el otro una hermosa mujer, mientras que el tercero debía quedarse en la cueva. La única advertencia: no mirar atrás mientras tomaban caminos diferentes hasta llegar a la cruz de El Jardín.
Con el corazón latiendo al borde del terror, los tres hombres aceptaron el desafío. Pero cuando el aire comenzó a oler a peligro y sus sombras parecían moverse solas, uno de ellos no pudo soportarlo. En el último momento, justo antes de alcanzar su destino, el miedo lo venció. Volteó la cabeza para contemplar su recorrido… y en ese instante el oro del costal se convirtió en carbón, y la bella mujer se retorció y transformó en una serpiente que siseaba con maldad.
Presos del pánico, los dos amigos corrieron de vuelta a la cueva en busca de su compañero, el que había quedado atrás. Pero cuando llegaron, la entrada había desaparecido como si nunca hubiera existido. La cueva, y su amigo, se habían desvanecido para siempre en la oscuridad. Desde entonces, nadie ha vuelto a ver ni el tesoro… ni al desafortunado que se atrevió a desafiar el misterio de la Cueva del Diablo.

Los músicos de Piedras Chinas va así: Unos músicos bastante buenos habían terminado de tocar a las 2 am en una fiesta del pueblo y cuando se dirigían a su casa una carreta misteriosa los interrumpió y un señor al que no podían verle el rostro les pidió que fueran a tocar a otra fiesta en ese mismo minuto.
Al principio los músicos no querían pero como el extraño les ofreció una cuantiosa cantidad de dinero, éstos accedieron. Es así que se subieron en la carreta y un profundo sueño los embargó cayendo en los brazos de Morfeo. Al despertar, ya habían llegado a la fiesta y éstos se pusieron a tocar ante una audiencia de lo más pintoresca pues resulta que era una fiesta del infierno, un aquelarre y los bailarines e invitados eran esqueletos así como los monstruos más terroríficos.
Con temor, los músicos tocaron hasta el amanecer y al concluir la fiesta, fueron regresados de nuevo por el conductor quien resultó ser el diablo pero que de igual manera les cumplió entregándoles un saco de oro mostrando así que hasta el diablo tiene palabra y que los muertos también merecen divertirse.

¿Han escuchado el fuerte pitido del tren que pasa cerca de la Presa? Pues bien, se dice que vocifera tan fuerte ya que el conductor siempre ve al mismo chico en las vías de éste pero que por más que toca y aminora la velocidad éste no se mueve y es hasta que se acerca a él y el tren lo ilumina con su luz que el pequeño desaparece. Dícese que décadas atrás, el tren atropelló a un chico cuyo pequeño pie quedó atorado en las vías del tren y que su espíritu aún ronda por la estación.
Durante la época de los Cristeros, un joven hacendado fue capturado y brutalmente asesinado por sus creencias religiosas. Se dice que fue decapitado, y su cuerpo fue arrojado al arroyo de Las Cachinches, mientras que su cabeza fue lanzada al arroyo que atraviesa el Parque Benito Juárez. Según la leyenda, esta separación del cuerpo y la cabeza fue hecha con la intención de que su alma no encontrara descanso.

Desde entonces, se cuenta que un jinete, conocido como «El Descabezado«, cabalga cada noche por las calles de San Miguel de Allende en busca de su cabeza. Su recorrido comienza en la calle de Insurgentes, da vuelta en Pepe Llanos y Juárez, pasa por el Jardín Principal, y sigue por Aldama hasta llegar al Parque Benito Juárez, donde intenta reunirse con la cabeza que le fue arrebatada de manera tan injusta.
Pocos se atreven a cruzarse en el camino de este siniestro jinete. Las personas huyen despavoridas al escuchar los cascos de su caballo, pues la leyenda dice que si te encuentras con él, serás el próximo en perder la cabeza.

El 8 de diciembre, día de la Virgen de la Concepción y el 17 de agosto, día de santa Beatriz de Silva fundadora de la orden de la Purísima Concepción es cuando puede verse deambulando el espíritu de Madre Lina en su tan amado convento conocido popularmente como «Las monjas«.
Al ser hija de los Mayorazgos de la Canal, Lina dedicó su vida a que se construyera tan bella obra y es así que aún en la actualidad la sigue resguardando al deambular por los pasillos y tocar incesantemente las campanas como una bella y nostálgica sombra.

En la antigua carretera de San Miguel y Celaya existe el viejo Puente del Fraile que podrás vislumbrar en algún momento de tu lado derecho. Corría el año de 1575 cuando un Fraile cruzó ese mismo puente para llevar unas figuras religiosas a las comunidades cercanas cuando pereció en el intento.
Resulta ser que fue emboscado por Chichimecas y asesinado por lo que su espíritu jamás conoció la paz y tiene una terrible sed de sangre provocando terribles accidentes automovilísticos clamando así víctimas mortales para que acompañen al Fraile en su bajar eterno. Lo más escalofriante del asunto además de las constantes apariciones del Fraile es que al bajar el puente puedes observar una comunidad que hacen trabajos de brujería y magia negra.
Aunque algunas de estas leyendas pueden parecerse a historias mitológicas como la de Orfeo y Eurídice o bien a la de El Jinete sin Cabeza, no podemos negar que ¡Nos ponen los pelos de punta!