Nada más noble que la lealtad de un perro quienes aman a sus dueños de manera incondicional o la valentía de un corcel que se lanza al trote para hacer llegar a su jinete a buen destino o la ternura de un gato cuando ronronea por las noches sobre los pechos de sus humanos.
Todos estos atributos no pasaron desapercibidos por San Antonio Abad quien consideraba a los animales como ejemplos de pureza alejados de la corrupción humana. Se dice que cuando él vivía en el desierto, en donde cuenta la historia, los animales le proveían el alimento que necesitaba.

Cuenta la historia que un día él salvó las crías de una jabalina quienes nacieron todas ciegas y como él se apiadó de ellas las curó y las salvó. Fue entonces en agradecimiento que el animal lo siguió como fiel guardián y jamás se apartó de su lado proveyendo a ambos los alimentos.
Es así que surgió la tradición Colonial de cada 17 de enero llevar a bendecir a los animales y en San Miguel de Allende la celebración cobra rigor en todo su esplendor en el templo del Oratorio de San Felipe Neri con una bendición a los animalitos.
Gran variedad de animalitos como perros, gatos, aves y roedores asisten año con año a ser bendecidos para que cuenten con protección y bienestar y antaño solían incluso llevar ganado como becerros, chivos, caballos y burritos desde las comunidades para ser bendecidos en el Oratorio a las 5 pm de ese día.

De igual manera, gallinas, gansos y patos asistían a la bendición a iglesias del Centro y a las más alejadas el ganado y cabe mencionar que los animales antes de asistir eran bañados con empeño y adornados con flores de papel para tan importante ocasión.
Ya a las rancherías, asistían los sacerdotes a bendecir las yuntas pues el trabajo del año estaba por comenzar con algunos sembradíos de corta duración como el garbanzo y se ofrecía una pequeña fiestecita por parte de los ranchos en la antigüedad.
Y aunque actualmente los niños son los que suelen ir a tropel a bendecir a sus animalitos, estamos seguros que no importa la edad ni nada para ir a que el Santo Patrono le desee bien a tan hermosos compañeros que hacen de la vida de los humanos y de San Miguel tanto más bella.

Y uno nunca sabe, en una de esas aquel travieso cachorrito o aquella necia mula en una de esas mejoran su risible pero entrañable comportamiento y se nos hace el milagro. Mango the Local Pug espera ver a mucho de sus amigos humanos y no humanos en el altar.