Pies descalzos reemplazan los mortíferos tacones, pelo rapado sustituye una larga cabellera y una túnica naranja en vez de vestido de diseñador. El cambio puede parecer extremo pero si analizas la vida de Lama Aria Drolma es tan sólo natural.
La semilla espiritual fue plantada en la vida de Aria desde que era una niña que vivía al sur de India. Un día, su padre comentó que seguiría el camino espiritual para convertirse en un sadhu y esa sería la última conversación que tendrían pues él continuó con su camino.
Sin embargo, el camino de Aria la llevaría a ganar un concurso de belleza en Mumbai lo que sería el parteaguas para que las ofertas en el mundo del modelaje no dejaran de lloverle.
Al decidir seguir esta oportunidad, la joven Aria se abrió camino por el mundo hasta llegar a las grandes pasarelas de Nueva York en donde trabajaría para los impactantes diseñadores de Chanel, Diane Von Fürstenberg y Armani por mencionar a algunos.
El glamuroso mundo de la moda fue como un sueño hecho realidad para Aria aunque no todo era miel sobre hojuelas ya que en ese momento la moda no era tan “inclusiva” y corporalmente diversa como lo es ahora. No, nada de eso. Las modelos se encontraban en constante estado de ansiedad al tener que comparar sus reducidas tallas contra la de la espléndida y altísima chica nueva. No había manera de fallar lo que hacía que todo el gremio dudara mucho de sí mismo.
Esta superficialidad hizo que en Aria despertara el anhelo que muchos años atrás había quedado en el olvido; el de retomar una vida espiritual que fuera capaz de alejarla de la superficialidad de la vida.
Es así que entró a un centro de práctica de Dharma y eso la fue llevando a ingresar a un monasterio en donde pasaría un retiro de 3 años y medios para lograr convertirse en una monja budista.
Las reacciones de sus allegados no se hicieron esperar, incluso llegando a que sus amigos de la época hicieran una intervención en un evento en el que quisieron convencer a Aria de renunciar al camino de la iluminación. Pero en el corazón de Aria se había encendido la llama de la determinación y de la claridad espiritual por lo que no dejó que nadie la desviara de su objetivo.
Para llevar a cabo una práctica elevada del budismo, es necesario comenzar con una rutina a las 4 am y proseguir con enseñanzas, rituales y meditaciones a lo largo del día hasta el anochecer. No es un sitio del que puedas salir a menos que desees interrumpir tus estudios y es un lugar en el que la paz y la unidad se respiran momento a momento.
Una de las enseñanzas más importantes para Aria quien adoptó el apellido Dralma (que significa liberación) tras terminar sus estudios, es en la que el ser humano siempre está anhelando la felicidad misma que no lo lleva a cometer acciones para alcanzarla que lo hacen miserables. También para ella, nuestras mentes están saltando como monos voladores de un pensamiento a otro entre el pasado y el futuro lo que nos aleja de disfrutar del presente.
Acallar la mente con compasión y demostrar amor hacia ella misma y los demás se ha convertido en una de sus filosofías de vida; misma que intenta difundir a dondequiera que vaya y en esta ocasión San Miguel tendrá el honor de contarla entre sus maestros.
La historia de Aria nos demuestra que nunca es demasiado tarde para hallar tu propósito de vida y que no importa si ahora estamos haciendo algo distinto a lo que queremos, todo es parte del camino y del círculo del Samsara que con un poco de voluntad y confianza acabará por cerrar sus 360 grados.
Gracias al Hotel Apapacho por proporcionar sus bellas instalaciones.