El lienzo urbano del Nigromante que reemplaza el manto estelar

Al no tener el manto estelar como lienzo para pintar estrellas o desdibujar horizontes que se superponen con las nubes y el vaho, el artista no tiene remedio más que reemplazar estos espacios etéreos con otros más tangibles para plasmar su cosmovisión. 

Los murales fueron seleccionados por una clase de artista muy valiente que utiliza el paisaje urbano como lienzo en blanco y al transeúnte como espectador embelesado. Calles en vez de murales y cielo en vez de techos son algunas ventajas que ofrece semejante arte. 

Siguiendo la tradición de adaptar antiguos conventos y abadías a centros culturales, “El Nigromante” solía ser El Convento Real de la Concepción fundado gracias a la iniciativa y patrocinio económico  de Sor María Josefa Lina de la Canal y Hervás en 1755. 

La casona colonial fungió muchos años como colegio e incluso tuvo su etapa como cuartel del Ejército hasta quedar en la ruina y no sería sino en 1961 que sería reconstruida con varios salones y galerías. Al año siguiente, se inauguró 

Debe su nombre al prominente  escritor San Miguelense Ignacio Ramírez que adoptó su sobrenombre de la nigromancia que es el arte de comunicarse con aquellos que ya pasaron a mejor o peor vida como una forma de protesta contra la Iglesia Católica. 

En su interior resguarda 3 maravillosos murales dignos de contemplación:

“Las Lavanderas” de Eleanor Cohen representando a varias mujeres y niños inmersos en lavar ropa a unas aguas de poca profundidad engalanan las escaleras. 

“Monumento al General Ignacio Allende” un mural del glorioso Siqueiros que lamentablemente quedó inconcluso debido a que era parte de un experimento artístico en el que dentro de los marcos de un taller, nuestro afamado muralista enseñaba un curso a veteranos de guerra de Estados Unidos pero al parecer la guerra más que el arte era lo suyo y dejaron la que pudo haber sido nuestra propia Capilla Sixtina abandonada;  obra maestra sin acabar. 

Quien sí terminó su labor y por cuatro fue Pedro Martínez quien legó al lugar “El Fanatismo del Pueblo” “Los Tejedores” “La Cantina” y “Guanajuato Almacigo de Patriotas”. 

Todos estos murales permanecen como testimonio inspirador para los nuevos alumnos que estudian en el Centro Cultural y dedican su vida a plasmar su propia visión. 

Sin duda el muralismo es un arte vivo que al tener tales proporciones extraordinarias nos recuerda que la mano de un artista ha sido estrechada por Dios. 

Tú también puedes ser Nigromante y hablar con los muertos y sus ideas aún vigentes al contemplar detenidamente estos murales.

 

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PEDRO FRIEDEBERG

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