Por ariana ibañez
He reproducido en mi computadora ya varias veces Estando. Pienso en el cómo voy a empezar a escribir. Escribir como proceso vital, como impronta mutable de mi lugar-tiempo de enunciación que podría ser otro. Es decir, si este texto lo escribiera el día de mañana o lo hubiese escrito antes, sería otro texto. Observo con atención una y otra vez el corto documental que dura un poco más de tres minutos. Teníamos que ajustarnos a ese tiempo con precisión, me contó Marian Garcés cuando lo conocí.
En términos cinematográficos, Estando es un corto experimental filmado en celuloide –que vi por primera vez en la gira de documentales Ambulante en su paso por Querétaro–. Un documental que me pareció absolutamente bello e íntimo. El enfoque sobre unas manos que tejen una trenza, que se teje con pequeños filamentos que evidencian una grabación análoga y que, a su vez, se teje con una voz como ensoñación del archivo vivo (o viviente).
En términos afectivos, el recordatorio de la mutación constante a partir de los múltiples tiempos y el registro material e inmaterial sobre mi cuerpo, mi piel, mi energía, mis percepciones, enunciaciones, emociones, en el territorio, en las semillas, en la lluvia del verano, en la memoria del agua y las montañas. Ha sido complejo elegir la vía a través de la cual escribir sobre Estando. Esta vez no quiero teorizar sobre conceptos que leí y tomé prestados. Aunque mi escritura, por supuesto, es vincular: mi escritura no es sola. Pero esta vez quiero –y elijo– entregarme a la sensación de ver, sentir y escuchar una y otra vez Estando. Encuentro en esa sensibilidad más preguntas de las que quizá pueda colocar en este texto. Ese lenguaje perceptivo, táctil, afectivo, sensorial que sólo se encuentra en lo intangible de la experiencia sensible. Como la lluvia que acaricia la roca. Yo soy la roca, en este caso, ante los 3 minutos en blanco y negro que observo en mi pantalla. O eso quiero creer.
Estando como una manifestación continua del cuerpo, del curso de fluctuaciones afectivas, energéticas, físicas; mutantes siempre. Estando como la espera de un inminente acontecimiento, transformación, quizá. Estando como (im)permanencia, como reconocimiento e interconexión con la vida y sus manifestaciones, con aquello que la hace posible y que no se acaba; como el monje tibetano Thích Nhất Hạnh dice: la manifestación simplemente es un cambio de forma. La forma es continua y se interconecta, como la voz de Marian que resuena en mí: la experiencia trans a través de los tiempos; y yo pienso –y siento– que esa experiencia es la memoria que nos antecede, es ancestral y es interminable.
Estando fue parte se la programación de Ambulante, festival que este fin de semana visita San Miguel de Allende con La danza de los Mirlos, que se presenta en Salón Semilla el sábado 31 de agosto a las 4 pm. Los boletos ya están disponibles a través de Salón Semilla.
Semblanza
ariana ibañez
Artista contemporánex, escritorx y diseñadorx editorial. Sus prácticas se entrecruzan en torno al cuidado de la vida, la recuperación de saberes ancestrales, el conocimiento intuitivo y la palabra, mediante el acompañamiento de procesos sensibles, corporales y energéticos. A través del arte ha generado piezas de arte acción, instalación, performance, escritura y video. Su obra se ha presentado en varios museos y galerías, así como en antologías y plaquettes individuales. Fundadorx de la editorial fanzinera antifutura y de Casa Tanit, espacio donde acompaña ejercicios de arte, escritura y filosofías prácticas. Es co-fundadorx del proyecto de exhibición audiovisual-experimental Destruir, dice ellx. Estudió la Maestría en Estudios de Género en la Facultad de Artes en la UAQ. Responde a los pronombres ellx/ella/elle