Agradecemos a Brenda Araiza
En San Miguel somos muy ricos en tradiciones y leyendas que aunque no sean tan conocidas, abundan en nuestra mitología local aunque difieren de familia en familia en la manera de ser contadas ya que cada una le pone una pizca de su estilo narrativo.
Ahora bien conoceremos la leyenda de la Cueva del Cerro de las Tres Cruces también conocida como La Cueva del Diablo.

Pues resulta ser que se corría el rumor que el inconmensurable tesoro de Moctezuma se hallaba ahí oculto y que aunque muchos habían intentado recuperarlo jamás lo habían encontrado.
Tal leyenda llegó a los oídos de unos compadres que estaban pasando por dificultades económicas para mantener a sus familias por lo que en una noche de tragos uno propuso ir por el tesoro aprovechando que la festividad de la Santa Cruz sería pronto y el pueblo estaría distraído.
Su otro compadre más temeroso no quería ir pues sabía que la cueva estaba maldita pero para animarlo, el de la idea invitó a su hermano y a su cuñado a esta valiente aventura.
Ya llegando el día, los hombres se equiparon con herramientas y cuerdas para descender por la cueva y una vez en la entrada el hombre temeroso decidió quedarse en la entrada para alertar al pueblo en caso de que algo pasara.
Los demás entraron apresuradamente a la cueva que era en forma de L y unos 6 metros en la profundidad en donde encontraron una laguna de aguas cristalinas así como un portal hacia otro espacio.
En la entrada estaba una Virgen de Guadalupe tallada en oro así como la imagen de una serpiente tallada en el mismo material precioso y cual sería su sorpresa al ver que la serpiente se convertía en una bellísima mujer.
La bella dama les preguntó el motivo por el que ahí se encontraban y ellos le dijeron que querían el tesoro por lo que la chica les dijo que podría ser suyo si pasaban una prueba.

Tal prueba consistía en que uno de ellos fuera a la Parroquia cargando a la Virgen mientras que el otro la fuera cargando a ella al mismo destino con la única condición de no voltear atrás. Los hombres accedieron al pensar que se trataba de algo muy fácil.
El primero cargó a la Virgen de oro pero tras varios kilómetros, el peso fue haciéndose cada vez más y más insoportable hasta que tiró la estatua al no poder más y al quebrarse esta se transformó en cientos de víboras.
El segundo cargó a la chica con la que intentaba hacerle la plática pero ella no respondió ni una sola palabra y ya cuando estaba cerca de La Parroquia por la calle de Recreo, escuchó un sonido atronador detrás de él por lo que volteó de reojo.
Esta acción sería su fin pues la chica volvió a transformarse en una enorme serpiente y lo envolvió con su cuerpo para llevárselo de regreso a la cueva.
El amigo que se quedó en la entrada nunca más los volvió a ver así como que jamás pudieron volver a ser encontrados…
Se dice que en la Santa Cruz puedes escuchar sus gritos de sufrimiento desde las profundidades de la Cueva del Diablo.