Gracias a Brenda Araiza

Continuando con la saga narrada tan elocuentemente por Brenda Araiza, ahora es el turno de hablar de una que causa particular fascinación por sus proporciones titánicas.

Resulta ser que en las entrañas de Estancia de Canal que es una pequeñísima comunidad ubicada en las afueras de San Miguel y en donde los locales cuentan la más interesante de las historias…

Dentro de esta región se encuentra una zona de cuevas con pinturas rupestres aún bien conservadas, y a la entrada de una de estas cuevas sorprendentemente la custodia una puerta enorme de unos 3-4 metros aproximadamente en donde está esculpida en letras “No que el pequeño pueda entrar fácilmente por esta puerta”.

¿Qué querrá decir tan misteriosa frase?

Y tal cuestionamiento parece aclararse con unos avistamientos de proporciones épicas que los locales juran haber presenciado pues quien ingresa a esta puerta no es ningún pequeño…

A pesar de los esfuerzos de los locales por ingresar por esta puerta, no hay poder humano que pueda moverla y cuando lo estaban intentando, es a lo lejos, descendiendo de la montaña que sus ojos se posaron sobre un temible gigante de unos 4 metros quien se dirigía hasta la puerta y a pesar de sus intentos por seguirlo, ¡La puerta simplemente desaparecía!

Y es así que las palabras proféticas se cumplían a los pequeños no poder ingresar en la puerta de gigantes. Y eso no es todo, pues en época de lluvias, crece una cascada que también da acceso a las montañas y de donde han afirmado ver al gigante salir de su refugio para el mundo exterior y muy probablemente alimentarse en la naturaleza.

Y aunque muchos intentan seguirlo, él les pierde el paso rápidamente con sus larguísimas zancadas aunque los hombres más prudentes se conforman con contemplarlo a la distancia y salvaguardar sus vidas. 

Aún cabe resolver qué es lo que se encuentra dentro de la guarida del gigante, tal vez se trate de un inmenso tesoro o tal vez uno se halle una especie de templo o tal vez un cementerio con las víctimas del enorme ser.

¿Se atreven a entrar?